Por Patricia Sulbarán y Analía Llorente
Tiffany Strong camina entre los
escombros de la planta alta de su casa y suspira mientras señala una
pila de zapatos arrumados en una habitación. Están empapados y ni ella
ni sus dos hijos podrán volverlos a usar.
Tampoco podrán regresar
a la que ha sido su residencia durante 12 años en Miami. Las lluvias
del huracán Irma lo inundaron todo el domingo, los vientos hicieron
colapsar el techo y ahora no hay más que muebles húmedos y destrozos. "No sé ni por dónde empezar. Regresar a tu casa y verla así… es devastador", dice Strong, que había evacuado el lugar con su hija adolescente de 19 años y su hijo de 12 ante la amenaza del huracán.
"No tenemos nada, no tenemos ni comida. La que tenía se dañó cuando se fue la electricidad y tuvimos que botarla", lamenta.
La vida para Strong, de 42 años, ya era difícil antes de que la golpeara Irma. Es una de las 9.000 residentes del barrio de mayoría afroestadounidense de Overtown, uno de los más antiguos de Miami y también uno de los más pobres.
El ingreso familiar anual promedio en esta localidad es de US$15.280, mientras que la media en el condado de Miami Dade, de 2,7 millones de residentes, es de casi US$42.000, según cifras oficiales.
El paisaje en este vecindario rompe por completo con el de los hoteles y las residencias de lujo que están a solo tres kilómetros de distancia, en el Downtown de Miami.
Derechos de autor de la imagen Reuters
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