VILLA TAPIA. Rep. Dom.-Doña Adalgisa Polanco es una mujer de fe y conoce bien el refrán de que la esperanza es lo último que se pierde. Ella es la sufrida madre de la adolescente Emely Peguero, de cuyo brutal asesinato se cumplieron seis meses en enero.
De ahí que con su pesar y el profundo dolor que arrastra desde agosto pasado, cuando ocurrió el hecho, sigue depositando su esperanza en Dios y en la justicia de que los responsables de asesinar a su hija, pagarán por lo que hicieron.
El cuerpo destrozado de esta inocente criatura fue encontrado dentro de un saco, en una maleta abandonada en un campo del distrito municipal de Cayetano Germosén, en la provincia Espaillat.
Esto ocurrió nueve días después de haber desaparecido tras haber salido con su novio, Marlon Martínez, a lo que se suponía seria “un rutinario” chequeo médico. Tenía cinco meses de embarazo.
Luego de un amplio despliegue en los medios de comunicación se determinó que Marlon, con la asistencia de otras personas, se había convertido en verdugo de Emely al arrancarle la vida cuando supuestamente intentaban hacerle un aborto.
Por el hecho guardan prisión aparte del joven Marlon, su madre Marlín Martínez y Simón Bolívar Ureña Almanzar, este último dueño de la finca donde fue llevado el cadáver de Emely y ligado sentimentalmente a Marlín.
ADALGISA CONFÍA EN DIOS
El pasado viernes 26 de enero la Corte de Apelación de San Francisco de Macorís conocería un recurso interpuesto por la mujer con el propósito de que le variaran la medida de coerción impuesta por un tribunal.
Empero, de manera inexplicable, ella ni los demás encartados fueron llevados a la corte por lo que el tribunal decidió que la apelación se conociera el próximo viernes, 2 de febrero.
Doña Adalgisa, aunque destrozada por dentro por la forma en que le arrebataron de su lado a Emely, mantiene la fe y la esperanza de que se hará justicia. Como mujer de fe, espera y confía en Dios que así sea.
O
“Mi vida, después de ese agosto fatal, no ha sido fácil. No hay día del mundo que no recuerde a mi hija”, dice a este reportero casi al borde de las lágrimas esta mujer guerrera.
Sin embargo, Adalgisa sabe perfectamente que la desesperación es parte del fracaso. Por eso trata de conservar la calma, de no perder la cabeza, y lo hace por su hija asesinada.
DEJAR QUE LA JUSTICIA TRABAJE
Hay que dejar a la justicia que haga su trabajo, dice. Hasta ahora no tenemos de que quejarnos aunque mi esposo, Genaro, no tiene la misma percepción. El cree que algo se cuece.
“Pero es su desesperación para que se haga justicia rápida porque siente profundamente lo que hicieron con nuestra hija”, razona Adalgisa en su conversación con este periodista.
Sostiene que siempre aconseja a su esposo para que se tranquilice, para que se calme “que ya nuestra hija está muerta y nadie nos la va a devolver a la vida”. Ahora lo que hay que batallar es para que se haga justicia verdadera.
“No queremos que caigan inocentes pero sí que se castiguen a los culpables con todo el peso de la ley”, reafirma subiendo un poco el tono de su voz como para que la escuche el país entero.
LOS DÍAS NO SON IGUALES
Desde agosto que ocurrió lo de Emely, hasta hoy, en el hogar de la familia Peguero-Polanco los días no son iguales. Hay en la vivienda, ubicada en Cenovi –una comunidad semi-rural ubicada entre San Francisco de Macorís y Villa Tapia- una aparente normalidad.
Los integrantes han tratado de ir recobrando el ritmo tras el golpe sufrido con la muerte violenta de Emely. Pero la paz todavía está lejos de llegar en este humilde hogar campesino.
En el ambiente se respira tristeza aunque hayan momentos pasajeros de alegría y tal vez de risa. La partida inesperada de la jovencita Emely dejo un permanente manto de dolor en esta casa.
“Tratamos de recuperarnos, de continuar por ella, por mi hija, pero no es fácil”, alega la sufrida madre a quien todavía le quedan algunas lágrimas para derramarlas por su hija cada vez que los recuerdos vuelven a su mente.
Aun así, a pesar de todo, no se siente derrotada. Doña Adalgisa saca fuerzas quizás de donde no tiene para seguir adelante. Está consciente de que no puede dejarse abatir por completo.
“Hay momentos de tristezas, claro, pero hay que continuar. Si caemos, volvernos a levantar con más fuerza con la ayuda de Dios Todopoderoso. A EL estamos agarrados permanentemente y sé que no nos dejara caer”, exhala en forma de suspiro esta madre.
EL 2 DE FEBRERO
Ese día será cuando se vuelva a conocer el pedido de Marlín para que se le varíe la medida de coerción. Ella y su abogado buscan que el Tribunal sea flexible y, en vez de mantenerla en la prisión, la envíe a su casa tranquilamente para disfrutar de los días.
Sin embargo, la sociedad y el país, en su conjunto, se mantienen con los ojos bien abiertos. Fue demasiado monstruoso lo que se cometió con Emely como para que haya benignidad y tolerancia con los involucrados en su muerte.
Hay consenso de que a Marlon y Marlín la justicia debe aplicársele con severidad ya que aparte terminar con la vida de una adolescente inocente, Emely tenía apenas 16 años, también impidieron nacer a la criatura de cinco meses que llevaba en su vientre esta muchacha.
La población sigue atenta este caso, y de seguro que el viernes 2 de febrero cientos se volcaran hacia el Palacio de Justicia de San Francisco de Macorís para seguir el desenlace y apoyar a la familia Peguero-Polanco ya que, bien lo dice el refranero popular, hoy por ti y mañana por mí.
De ahí que con su pesar y el profundo dolor que arrastra desde agosto pasado, cuando ocurrió el hecho, sigue depositando su esperanza en Dios y en la justicia de que los responsables de asesinar a su hija, pagarán por lo que hicieron.
El cuerpo destrozado de esta inocente criatura fue encontrado dentro de un saco, en una maleta abandonada en un campo del distrito municipal de Cayetano Germosén, en la provincia Espaillat.
Esto ocurrió nueve días después de haber desaparecido tras haber salido con su novio, Marlon Martínez, a lo que se suponía seria “un rutinario” chequeo médico. Tenía cinco meses de embarazo.
Luego de un amplio despliegue en los medios de comunicación se determinó que Marlon, con la asistencia de otras personas, se había convertido en verdugo de Emely al arrancarle la vida cuando supuestamente intentaban hacerle un aborto.
Por el hecho guardan prisión aparte del joven Marlon, su madre Marlín Martínez y Simón Bolívar Ureña Almanzar, este último dueño de la finca donde fue llevado el cadáver de Emely y ligado sentimentalmente a Marlín.
ADALGISA CONFÍA EN DIOS
El pasado viernes 26 de enero la Corte de Apelación de San Francisco de Macorís conocería un recurso interpuesto por la mujer con el propósito de que le variaran la medida de coerción impuesta por un tribunal.
Empero, de manera inexplicable, ella ni los demás encartados fueron llevados a la corte por lo que el tribunal decidió que la apelación se conociera el próximo viernes, 2 de febrero.
Doña Adalgisa, aunque destrozada por dentro por la forma en que le arrebataron de su lado a Emely, mantiene la fe y la esperanza de que se hará justicia. Como mujer de fe, espera y confía en Dios que así sea.
O
“Mi vida, después de ese agosto fatal, no ha sido fácil. No hay día del mundo que no recuerde a mi hija”, dice a este reportero casi al borde de las lágrimas esta mujer guerrera.
Sin embargo, Adalgisa sabe perfectamente que la desesperación es parte del fracaso. Por eso trata de conservar la calma, de no perder la cabeza, y lo hace por su hija asesinada.
DEJAR QUE LA JUSTICIA TRABAJE
Hay que dejar a la justicia que haga su trabajo, dice. Hasta ahora no tenemos de que quejarnos aunque mi esposo, Genaro, no tiene la misma percepción. El cree que algo se cuece.
“Pero es su desesperación para que se haga justicia rápida porque siente profundamente lo que hicieron con nuestra hija”, razona Adalgisa en su conversación con este periodista.
Sostiene que siempre aconseja a su esposo para que se tranquilice, para que se calme “que ya nuestra hija está muerta y nadie nos la va a devolver a la vida”. Ahora lo que hay que batallar es para que se haga justicia verdadera.
“No queremos que caigan inocentes pero sí que se castiguen a los culpables con todo el peso de la ley”, reafirma subiendo un poco el tono de su voz como para que la escuche el país entero.
LOS DÍAS NO SON IGUALES
Desde agosto que ocurrió lo de Emely, hasta hoy, en el hogar de la familia Peguero-Polanco los días no son iguales. Hay en la vivienda, ubicada en Cenovi –una comunidad semi-rural ubicada entre San Francisco de Macorís y Villa Tapia- una aparente normalidad.
Los integrantes han tratado de ir recobrando el ritmo tras el golpe sufrido con la muerte violenta de Emely. Pero la paz todavía está lejos de llegar en este humilde hogar campesino.
En el ambiente se respira tristeza aunque hayan momentos pasajeros de alegría y tal vez de risa. La partida inesperada de la jovencita Emely dejo un permanente manto de dolor en esta casa.
“Tratamos de recuperarnos, de continuar por ella, por mi hija, pero no es fácil”, alega la sufrida madre a quien todavía le quedan algunas lágrimas para derramarlas por su hija cada vez que los recuerdos vuelven a su mente.
Aun así, a pesar de todo, no se siente derrotada. Doña Adalgisa saca fuerzas quizás de donde no tiene para seguir adelante. Está consciente de que no puede dejarse abatir por completo.
“Hay momentos de tristezas, claro, pero hay que continuar. Si caemos, volvernos a levantar con más fuerza con la ayuda de Dios Todopoderoso. A EL estamos agarrados permanentemente y sé que no nos dejara caer”, exhala en forma de suspiro esta madre.
EL 2 DE FEBRERO
Ese día será cuando se vuelva a conocer el pedido de Marlín para que se le varíe la medida de coerción. Ella y su abogado buscan que el Tribunal sea flexible y, en vez de mantenerla en la prisión, la envíe a su casa tranquilamente para disfrutar de los días.
Sin embargo, la sociedad y el país, en su conjunto, se mantienen con los ojos bien abiertos. Fue demasiado monstruoso lo que se cometió con Emely como para que haya benignidad y tolerancia con los involucrados en su muerte.
Hay consenso de que a Marlon y Marlín la justicia debe aplicársele con severidad ya que aparte terminar con la vida de una adolescente inocente, Emely tenía apenas 16 años, también impidieron nacer a la criatura de cinco meses que llevaba en su vientre esta muchacha.
La población sigue atenta este caso, y de seguro que el viernes 2 de febrero cientos se volcaran hacia el Palacio de Justicia de San Francisco de Macorís para seguir el desenlace y apoyar a la familia Peguero-Polanco ya que, bien lo dice el refranero popular, hoy por ti y mañana por mí.
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