Ya pasaron casi cuatro décadas y cuatro países desde que Cesare Battisti huyó de su país natal, Italia, donde fue condenado a cadena perpetua por su participación en cuatro asesinatos.
Brasil fue una pieza clave en ese viaje, pero el capítulo más reciente se desarrolla en Bolivia, donde Battisti fue detenido este sábado por un equipo de agentes bolivianos
e italianos.
Battisti, de 64 años, fue arrestado cuando caminaba por una calle de Santa Cruz de la Sierra, con lentes oscuros y un documento de identidad brasileño, según informó el diario italiano Corriere della Sera. La detención fue confirmada por las autoridades italianas.
El italiano vivía en Brasil desde 2004 tras pasar por Francia y México, pero huyó a Bolivia después de que el expresidente brasileño Michel Temer diera luz verde a su extradición a Italia el pasado mes de diciembre.
Este domingo, Battisti fue entregado por autoridades de Bolivia a agentes de Interpol Italia en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, donde abordó un avión con destino al país europeo.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, confirmó la llegada a Roma de Battisti en las próximas horas y agradeció por su colaboración a las autoridades bolivianas y al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
"Estamos satisfechos con este resultado que nuestro país espera hace muchos años", dijo en su cuenta de Facebook.
El abogado de Battisti, Igor Tamasauskas, no pudo ser localizado por BBC Brasil para hacer comentarios.
Estos son los principales hechos -y controversias- de su historia, que movilizó a la opinión pública y a políticos en Brasil.
Décadas de los 70 y 80: "años de plomo"en Italia
Battisti nació en una localidad en los alrededores de Roma, en una familia fuertemente influida por el catolicismo y el comunismo.
En su juventud, se involucró en diversos episodios de delincuencia y detenciones por asalto.
En 1977, cuando estaba preso en una cárcel en Udine, conoció a Arrigo Cavatina, uno de los ideólogos del grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), una rama del grupo armado de las Brigadas Rojas.
Era una época de extremismos en Italia, tanto a la izquierda como a la derecha. La violencia perpetrada por grupos militantes y por la represión del Estado provocó que ese período pasase a la historia como los "años de plomo" en el país europeo.
El PAC, al que se unió Battisti, promovía robos calificándolos como una forma de "expropiación proletaria".
Tras la acusación de Piero Mutti, excompañero del grupo, Battisti fue arrestado en 1979 y sentenciado como la persona que ordenó el homicidio del joyero Pierluigi Torregiani. El comerciante era considerado por el grupo como un "justiciero de extrema derecha" por haber reaccionado a un asalto días antes.
Battisti fue a juicio en otras ocasiones, y, finalmente, condenado por la participación en un total de cuatro homicidios: además del de Torregiani, el del carnicero Lino Sabadin, del mariscal de la policía penitenciaria Antonio Santoro y del policía Andrea Campagna.
Battisti siempre negó haber cometido esos crímenes y sus defensores afirman que los juicios se realizaron sin garantías y basados en confesiones extraídas con violencia, y aseguran que el italiano es víctima de persecución política en su país.
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Sus expedientes pasaron por diferentes instancias de la justicia italiana y también por la Corte Europea de Derechos Humanos. En todos los casos, sus crímenes fueron considerados comunes y no fue visto como un perseguido político.
Pero el italiano nunca cumplió la pena a la que fue sentenciado, ya que huyó de prisión en 1981.
Periplo por Europa y América Latina
Tras su huida, vivió clandestinamente durante un breve período en Francia y después se fue a México, donde vivió y tuvo una intensa actividad cultural durante algunos años en la década de los 80.
En 1990, Battisti regresó a Francia como refugiado político -estatus concedido por el gobierno de François Mitterrand en un amplio proceso de amnistía a exmilitantes italianos de la extrema izquierda-. Pero en el mandato de Jacques Chirac, el acuerdo sobre el estatus de refugiado cambió y el italiano podía ser extraditado. Por ello, huyó a Brasil en 2004.
Tres años después, en marzo de 2007, Battisti fue detenido en una operación que contó con la Interpol, las policías de Italia y Francia y la Policía Federal brasileña, y arrestado preventivamente en una cárcel de Brasilia.
Embrollo político y judicial en Brasil
Poco después de ser arrestado, llegó el pedido de extradición por parte de Italia. El país europeo argumentó que Battisti fue juzgado de forma democrática y, por tanto, su extradición sería legítima.
En noviembre de 2008 se dio otra negativa para el italiano: su pedido de refugio político fue rechazado por el Comité Nacional para los Refugiados de Brasil (Conare).
Sin embargo, contradiciendo la evaluación de ese órgano, el entonces ministro de Justicia, Tarso Genro, concedió a Battisti el estatus de refugiado político a inicios de 2009. Integrantes del gobierno del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), argumentaban que el italiano fue víctima de persecución política, lo que invalidaría su juicio en Italia.
El Supremo Tribunal Federal de Brasil tenía que posicionarse sobre el caso, visto entonces como uno de los más difíciles de su historia. En 2009, el Supremo se posicionó favorablemente a la extradición de Battisti, pero dejó la decisión final al presidente de la República, al considerar que se trataba una prerrogativa del Ejecutivo.
En su último día como presidente, el 31 de diciembre de 2010, Lula vetó la extradición. Eso abrió el camino para la liberación del italiano, ya que el veto a la extradición eliminaba la necesidad de mantener a Battisti bajo custodia.
Los planes en Brasil
Tras el indulto concedido por Lula, Battisti expresó su voluntad de construir una nueva vida en Brasil, según contó a la BBC en ese momento.
Desde entonces, pasó la mayor parte del tiempo en el estado de Sao Paulo, viviendo en ciudades como Embu das Artes, Sao José do Rio Preto y Cananéia, en el litoral, donde radicó los años más recientes. También se sabe que tuvo un hijo brasileño y formó una unión estable en el país, según costa en algunos documentos judiciales.
Pero todo comenzó a cambiar para Battisti en 2016, tras el juicio político a la expresidenta Dilma Rousseff (del PT) y el ascenso de Michel Temer al poder.
Nuevo contexto
Con el nuevo gobierno, la embajada de Italia en Brasil intensificó la presión para convencer al presidente para revertir el posicionamiento y envió, en secreto, un pedido formal a la Presidencia de la República.
El entonces ministro brasileño de Relaciones Internacionales, Aloysio Nunes Ferreira, defendió la extradición desde que tomó posesión, argumentando que la medida sería un gesto importante en las relaciones entre Brasil y la Unión Europea.
En 2017, surgió un "nuevo hecho jurídico", según dijo a BBC Brasil el entonces ministro de Justicia, Torquato Jardim, lo que justificaría una extradición.
Battisti fue arrestado cuando intentaba cruzar la frontera entre Brasil y Boliviaportando más de 23.000 reales (US$ 6.000). Dijo que se dirigía al país vecino para comprar equipos de pesca, ropa y vino y que el dinero no era todo suyo, sino también de otras personas que viajaban con él. Fue liberado algunos días después.
Pero la Presidencia de Brasil vio en esa ida a Bolivia una tentativa de fuga, y consideró la cantidad de dinero que llevaba una posible evasión de divisas por el hecho de superar los 10.000 reales (límite permitido por ley para salir del país sin declararlo).
Se abre el camino para la extradición
Ese mismo año de 2017, el ministro del Supremo Tribunal, Luiz Fuz, falló a favor de un habeas corpus preventivo solicitado por la defensa de Battisti.
Pero en diciembre de 2018, Fux revocó su propia decisión y determinó prisión para Battisti. El ministro argumentó que correspondía al presidente extraditar o no a un extranjero, porque sería una decisión política que no compete al poder judicial.
Al día siguiente, la Presidencia brasileña anunció que el mandatario Michel Temer había decidido extraditar a Battisti vía decreto.
Pero la medida no se concretó porque el italiano huyó. La Policía Federal brasileña llevó a cabo decenas de operaciones en el país en busca de Battisti, en casas de amigos y conocidos, sin éxito.
En entrevista con BBC Brasil, Igor Tamasauskas, abogado del italiano, dijo que en ese momento no tenía informaciones sobre el paradero de su cliente.
El actual presidente brasileño, Jair Bolsonaro, señaló en varias ocasiones su deseo de extraditar a Battisti. Incluso intercambió mensajes en Twitter con el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, quien le pidió ayuda en el caso.
Este respondió que ayudaría en el envío a Italia del "terrorista asesino defendido por sus compañeros brasileños con los mismos ideales".
Tras la detención del italiano, Bolsonaro elogió la acción y volvió a criticar al PT por sus decisiones sobre Battisti. "Finalmente, habrá justicia para el asesino italiano y compañero de ideales de uno de los gobiernos más corruptos que existieron en el mundo (PT)".
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