El líder opositor venezolano más que un dirigente político, parece una estrella de rock.
Para deleite de sus seguidores, hizo buena su promesa y regresó a Venezuela.
Después de desafiar la orden del Tribunal Supremo que le prohibía abandonar el país al cruzar a Colombia el pasado día 22, Guaidó aterrizó en el aeropuerto de Maiquetía, que sirve a la ciudad de Caracas, y pasó el control migratorio sin problemas.
Sus partidarios llevaban horas esperando en la plaza de Alfredo Sadel, en Las Mercedes, una zona acomodada de Caracas que, como tantas otras en esta ciudad, ha vivido tiempos mejores.
Allí, pese a las altas temperaturas de la mañana y a que Venezuela es estos días un país casi paralizado por las fiestas del carnaval, el gentío espera entusiasta.
La jubilada Lourdes Ortega, envuelta en la bandera nacional, tiene claras las razones de su asistencia.
"Lo que quiero es que se vaya Maduro y que Venezuela vuelva a ser como antes", dice.
¿Y cómo era antes?
"Un país en el que yo podía comprar todo lo que necesitaba y a veces incluso viajar. Ahora si compro huevos no compro queso, y si compro queso no compro huevos", se lamenta.
Apoyo católico
Ortega trata de informarse a través de una radio local de cómo lo hará Guaidó para esquivar a las autoridades.
El presidente Maduro, que considera a Guaidó la punta de lanza de un intento de golpe de Estado orquestado por EE.UU., había prometido hacer cumplir la ley.
"No puede simplemente ir y venir. Tendrá que enfrentarse a la justicia, y la justicia le prohibió abandonar el país. Voy a respetar las leyes", dijo Maduro en una reciente entrevista con el canal de televisión estadounidense ABC News.
Desde que el pasado 23 de enero se autoproclamó "presidente encargado" alegando que Nicolás Maduro es un "usurpador" que ha violado la Constitución, Guaidó vive en una especie de juego del ratón y el gato con las autoridades.
Por ahora, ha sorteado todas las trampas.
Eso es lo que celebra Carmen Angulo, otra jubilada, que dice haber dedicado su vida a la Iglesia católica.
Guaidó cuenta con fuerte apoyo entre la comunidad católica y este lunes, como en otras de sus concentraciones, se distinguen mujeres con el hábito religioso entre los congregados.
Angulo se dice convencida de que Guaidó acabará ganándole el pulso a Maduro porque, afirma, "Dios está con él".
En un país habituado a los liderazgos políticos fuertes, el culto a la personalidad de quien hasta hace poco era un miembro de segunda fila del partido Voluntad Popular se abre paso en unas filas opositoras alicaídas hasta su aparición el pasado enero.
Esperanza
En las horas previas a su llegada, la multitud corea su nombre con el mismo fervor con el que mienta a la madre de Nicolás Maduro.
Lo quieren tanto que ya hasta le han compuesto joropos, las canciones típicas del llano meridional de Venezuela, en su honor.
"Sigue p'alante Guaidó, no vayas a desmayar que todos contamos contigo de forma incondicional", canta una artista tradicional a través de la megafonía.
No es la única música. Un pegadizo estribillo repite una y otra vez la frase "vamos bien, Venezuela", el mismo lema con el que Guaidó busca en las redes sociales mantener alta la moral de sus seguidores y las movilizaciones en las calles con las que quiere erosionar el poder de Maduro.
Las banderas venezolanas conviven con las de Estados Unidos y otros elementos alusivos a ese país, el que más ha apostado por Guaidó y lo está apoyando con más firmeza.
Andrew Leathers, de 23 años, es hijo de un estadounidense. Por su edad, ha vivido casi toda su vida en la Venezuela del chavismo.
También él cree en Guaidó. "Nos ha devuelto la esperanza", dice.
Eso, la esperanza perdida y recobrada, es lo que todos sus partidarios le agradecen al político.
Para Andrew, que acaba de dejar sus estudios para empezar a trabajar de vigilante, Guaidó tiene algo especial.
"Muestra mucha seguridad y te hace sentir que lucha por lo mismo que uno", asegura.
Fervor "futbolístico"
En el escenario, otros diputados de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, intentan con sus discursos que la cosa no decayera antes de la llegada del líder.
Pero mucho más que las declaraciones de principios de los diputados y sus denuncias de los supuestos abusos del gobierno de Maduro, es la noticia de que Guaidó ya está "de vuelta a la patria" lo que enciende la celebración.
Cuando su compañero de partido Juan Andrés Mejía lo anuncia micrófono en mano, sus palabras son celebradas casi como un gol de la Vinotinto, la selección nacional de fútbol.
Quizá porque conoce el ánimo casi de rivalidad futbolística que se ha apoderado de la política venezolana, Alberto Olivares ha desplegado aquí el tenderete en el que vende banderas y gorras con los colores de la enseña venezolana en diferentes tamaños.
El precio oscila de los 20.000 a los 50.000 bolívares, entre unos US$6 y US$15 al cambio.
Normalmente, ofrece su género en eventos deportivos, pero ha descubierto en las marchas opositoras un nuevo mercado.
"A mi negocio le va bien", le dice a BBC Mundo.
No ha vendido demasiadas para cuando Guaidó hace acto de presencia.
Ese es el clímax.
Hay gritos, carreras para acercarse a él y aplausos para todas y cada una de las frases de su discurso.
Carmen Angulo ondea su bandera más frenéticamente que nunca cuando el orador es él.
Está segura de que su país está a punto de vivir un cambio histórico y que quien le habla va a pilotarlo.
"Esto va a caer sin violencia, como el Muro de Berlín, y va a ser en muy poco tiempo", afirma.
Nuevas protestas
Ha pasado ya mes y medio desde que Guaidó se juramentara en la calle y diera por finalizada la era de Maduro y, sin embargo, este sigue inamovible en Miraflores, pero eso no la desanima.
En un país en el que hay que hacer colas para casi todo y en el que pagar un café con leche puede requerir una transferencia bancaria, las cosas en política también van despacio.
El embrujo de Guaidó resiste por ahora al paso de los días y a promesas incumplidas como la de que la ayuda humanitaria pasaría "sí o sí".
Los suyos lo adoran.
La pregunta es por cuánto más seguirán haciéndolo si Maduro no cede y hasta ahora no ha dado ninguna muestra de estar por la labor.
De momento, el próximo sábado, más protestas.
Lo dijo Guaidó.
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