Santo Domingo, RD. - Con el poco aliento que les quedaba tras una tanda de torturas en la cárcel de La 40, los hombres del movimiento 14 de Junio bajaron la cabeza para no ver a aquella mujer tan valiente y forjadura de ideales patrióticos con su dignidad en el suelo.
A la ingeniero Tomasina (Sina) Cabral, que había caído en las redadas del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) de Trujillo a la una de la madrugada del 20 de enero de 1960, la estaban interrogando totalmente desnuda en la sala de tortura, frente a sus compañeros de ideales.
Era un tenebroso cuarto en el que el mueble principal lo constituía una silla eléctrica y los accesorios eran una picana eléctrica, un garrote, unos cuchillos para sacar uñas y un látigo de alambres.
Cándido Faustino Pérez anotó sus generales de ley y Tunty Sánchez le dio de inmediato un “jalón” de cabello, amenazándola con que todos los militares la iban a violar si no hablaba. En seguida el coronel Candito Torres, que creó fama de cruel torturador, le pidió que se quitara la ropa y al negarse procedió a desgarrarla.
“Él gozaba haciendo eso. ¡Era una bestia! quería rebajarme en mi dignidad para con evidente placer aplicarme la picana eléctrica en los senos y luego en el vientre; era un corrientazo y también quemaba la piel. Hicieron cínicos comentarios sobre mi figura. Tavito Balcácer me vació una pluma de fuente sobre mi cuerpo salpicando a César Báez, quien protestó.
La rabia y la indignación que sentía eran tan grandes que si me hubieran matado no me habría importado”.
Doña Sina Cabral, a sus 74 años no repara en contar su historia porque ya se siente liberada, aunque con el compromiso de decir a las nuevas generaciones cuán peligrosa y despiadada es una dictadura.
Al recibir al equipo de LISTÍN DIARIO, encabezado por su director Miguel Franjul, rompe el silencio, abre su corazón y nos deja entrar en su sufrimiento que aún no ha podido borrar.
Continuando con el relato, Sina refi rió que los hombres torturados, que habían sido sus compañeros en la universidad, no quisieron avergonzarla en un gesto de respeto y por eso bajaron la cabeza, mientras los “verdugos” le pedían que hablara, que dijera los nombres de otros conjurados y dónde escondían las bombas que tenían contra el régimen.
Pero ella no se doblegó, no habló ni delató a nadie, para fastidio de los militares, entre los que se encontraba Johnny Abbes, Luis José León Estévez, César Villeta, Clodoveo Ortiz, entre otros que ya no recuerda. Esa fue su única satisfacción tras haber sentido la humillación de desnudar sus pechos y de ser despojada de toda su ropa íntima.
Sina Cabral soportó estoicamente la prueba. Y otras más, igualmente duras y crueles, en sus dos etapas de prisión en La 40 y La Victoria con dos de las Hermanas Mirabal: Minerva y María Teresa, y sus otras compañeras del movimiento revolucionario descubierto ya en sus andanzas conspirativas contra la dictadura: Dulce Tejada, Fe Ortega, Mirian Morales y Asela Morel.
“Una lágrima no salió de mis ojos. Los vi con el desprecio que se merecían, y mis compañeros que desde el corral de golpes estaban en la escena se sintieron más fuertes y capaces de soportar el martirio, incluyendo al que me delató porque la resistencia humana tiene un límite y a él lo habían golpeado severamente”, recuerda la dama.
Entre los hombres torturados que señala la heroína estaban Manuel TejadaFlorentino, José Fernández Caminero, Rafael Francisco Bonnelly, Gilberto Sánchez Fuster y Leandro Guzmán.
“A mí me agarran porque yo era fundadora del movimiento 14 de junio y me había comprometido con mis compañeros a establecer una correspondencia con mi hermano Tobías Emilio Cabral, que era de la Juventud Democrática y había viajado a Cuba un día después de su graduación, el 29 de octubre de 1960. Yo había conversado con Luis Álvarez Pereyra y Dulce Tejada, que eran del grupo de San Francisco de Macorís y nos unían lazos amistosos y hasta familiares.
Pues así lo hice. Esa correspondencia se hacía a través de una plantilla perforada, una carta común, pero con la plantilla se veía el mensaje que casi siempre era pidiendo algo y lo último que pedíamos era un sitio de recepción.
También recibí dos modelos de bombas que no mataban a nadie, sólo eran para hacer ruido, para decirle al gobierno dictatorial que no estábamos de acuerdo.
Era táctico, una señal de oposición, porque en ese tiempo sólo tenían armas las gentes de Trujillo”.
El movimiento
Según explica Sina, el movimiento se comenzó a trabajar antes, con la primera invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo, y Minerva Mirabal le puso el nombre. Se reunieron con Dulce Tejada, la esposa de Niño Álvarez y participaron otros y hubo una filtración.
El movimiento era policlasista, compuesto por profesionales, hijos de funcionarios del régimen, sastres, fotógrafos... “Había una finalidad única: eliminar el tirano. Pero nosotros adoptamos el programa que trajeron los expedicionarios. Era un programa mínimo donde se contemplaban reformas para cuando se desmontara la dictadura: cómo se iba a trabajar la política económica, la política exterior y social, ese era nuestro Norte, y lo ha seguido siendo”.
Sina Cabral también comenta que precisamente al movimiento se le llamaba La Trinitaria, porque fue inspirado en los ideales liberales del patricio Juan Pablo Duarte, precursor de la Independencia Nacional.
“Pero ellos (los seguidores de Trujillo) fueron tan tontos que presumían que el movimiento sólo tenía a dos o tres personas, derivadas de dos células. Realmente no teníamos armas para luchar, sólo personas y nuestras vidas”.
Por Wendy Santana
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